martes, abril 24

Suspiro



Hace mucho grabaste mi nombre en tu piel, hace menos me obsequiaste tu radiante mirada, hoy solo queda la memoria de todo esto, el recuerdo que, como la flor de Jacaranda, caerá la próxima primavera desde tu cabellera, llenando las aceras con marchitos coágulos de tiempo. Caminaremos sobre la purpúrea alfombra, con nuevos rumbos y destinos ajenos, pero no sin echar un vistazo sobre el hombro izquierdo a lo que fue, no vaya ser que olvidemos algo.

Hoy que el sol nos quema hasta los huesos, nos evaporamos con una sonrisa en los labios, con un suspiro entre dientes, nos burlamos de esta muerte que olvida, e ingenuamente se figura que puede robarnos de los bolsillos los gozosos instantes que compartimos siempre.

En estos turbios momentos me consuela la paz que tuve en tu lecho, las alegrías que bebí de tu boca, los deseos que nos hicieron arder como estrellas en la cúpula celeste de nuestros propios ensueños, hasta consumirnos por entero.

Ahora, aquí en el suelo, hecho cenizas, no te encuentro.¿Dónde has caído? Parece que lejos pues no escucho tus pasos, no rondas ya mi cuerpo. Seguro estás maltrecha, habrás caído entre espinas sedientas de tu sangre, quisiera cuidarte, pero quizás sea demasiado tarde. Mas, ¿cómo saberlo cuando solamente hallo tu ausencia?

He mandado un suspiro a buscarte, ojalá te encuentre para envolverte cálidamente.

miércoles, abril 4

Fragmentos


¿Qué estoy haciendo ante tu mirada? No lo sé, sólo tú tienes la respuesta, sólo tú encierras todo lo que me importa, todo por lo que vivo y muero.

A veces golpeo tu hombro para ver si te inquieto, otras veces me tiro al suelo para que regreses a levantar mis miserias, sé bien que ninguno de estos caminos es muy bueno, por eso me detengo en el insoportable justo medio, acaricio tu cadera y caigo de nuevo en este juego que desvanece el mundo por entero.

Ven, siéntate conmigo, dime cómo te explico que eres el cosmos estrellado en donde habita el mundo en que camino. Eres la sonrisa de mi rostro, la tristeza de estas manos desoladas, el latir blando de mi corazón, la incurable llaga del deseo, el eterno abrazo del sosiego, el recuerdo de incontables desvelos, la añoranza que en el fondo es principio y fin de todas mis búsquedas. ¿Cómo te convenzo de esto? Cómo decirte además que tu palabra es Verdad, tu esencia Belleza y tu tacto pura Bondad.

Encontrarte fue mero azar,
enamorarme fue consecuencia ineludible.


Porque, después de todo, la incertidumbre y el frío abismo que claman mi nombre en silencio, se desdibujan ante el ardoroso fuego de tu beso. Absolutamente tú, nada más requiero, y en el más glorioso de los momentos: Nosotros.

¿Cómo encontrarnos de nuevo?