viernes, marzo 23

Arbóreo




Mi cabeza de roedor busca refugio en tu cuello, una vez ahí, resguardado del mundo, dispuesto a roer el tronco sobre el cual florece tu rostro, me sorprendo, con extraño gozo, al descubrir cuan corta es tu piel cuando mis manos intentan extenderse sobre todas tus hojas, recorrer con mis dedos cada pliegue, cada vena que nutre tu cuerpo.
El jadeante viento, de la tormenta que se dibuja sobre nosotros, se desliza entre tus ramas estremeciéndote.
Retorciéndome sobre tu superficie, hurgando por una oquedad dónde saciar mi sed, dónde volver al seno de la naturaleza, sin preguntarme más.