Inicios
Le dije, ¿Nena, tenemos algo que hacer éste fin de semana? Aun no, me contestó. ¿Ya hemos intentado todo? Para nada, me aseguró. Casémonos, le propuse. Por qué no, después de todo tengo que regresar temprano el sábado, ya sabes, me toca bañar a Poppy...
Me aterra un poco tener un libro de Guadalupe Loaeza entre las manos, pero más me perturba el hecho que ejecutaré en complicidad con mi aburrimiento, ¡lo leeré! Bueno, cuando menos podré decir con más fundamento que ella no me cae bien. El libro se llama...
¡Rayos! ¿Qué es esto? ¡Un larguísimo vello púbico! ¡Que loco! Me dije, mientras los veía escapar por entre la bragueta, sin poder resistirme a la tentación, lo tome entre mis dedos, y lo jale suavemente, y salía y salía, hasta que salió todo, decepcionándome al cerciorar que no era púbico, sino que era un cabello que se había ido para visitar a sus parientes antípodas...
Hay días en los que parece no tienes nada que hacer, mejor aun, ni siquiera quieres hacer algo, me agrada de una manera singular que el tiempo me sobre, que sea holgado y zozobre en su propio andar. Sin embargo, hay veces en las que me considero, por un breve y amargo instante, de una inutilidad inmensa, pues imagino que podría hacer algo aunque sea mínimo. Luego de tal consideración, me provoco forzadamente el vomito de una acción. Ahora, luego de ese amargo trago, he decidido rebotar un rato la pelota en la pared. ¡Vaya, tocan el timbre! A juzgar por el ritmo y la intensidad, es mi locuaz hermana. ¡Qué demonios, me interpeló, no vas a ir a dar tu clase!...
Ella llegó, nunca creí que viniera a ver como cavaba mi propia tumba, siempre se había mostrado molesta cuando le hablaba al respecto. Se detuvo a un metro del agujero, mientras la veía anonadado y ella se sentaba en la tierra, me decía— No te preocupes, continua, no intentaré detenerte, sólo estaré aquí observándote, constatando tu existencia, y veras como mientras más hondo cavas, más requerirás mi mirada, pues apenas roces el filo, infinito se volverá tu apego a esto, regresarás...
Me decían por ahí, que eso de madurar es simplemente como un fijar los pies en la tierra, caminar sobre seguro. Déjenme cagarme de risa por un segundo [seguramente más]. Decía también que madurar es responder y corresponder a una amplia realidad dada. Neurosis, eso es madurar, tiene razón KND, los adultos son, en general, neuróticos. Psicóticos, el resto.
Deduzcamos. Hoy es el día tal del tal mes, del presente año. Si cuando ella me veía fijamente estaba pensando en un pastel. Si tal pastel tenía un relleno de fresas, fresas que no eran frescas, por cierto, sino que más bien eran casi sintéticas. Si lo sintético es, o bien algo producido de forma artificiosa, o bien el resultado de un proceso de síntesis, o bien un juicio que extiende los conocimientos acerca del sujeto del que se habla. Resulta difícil suponer que ella hablara en términos kantianos, al igual que figurarse que las fresas estuvieran en proceso sintético dentro de un pastel. Más fácil es concluir que...
Soñé contigo, lo sabes bien, suele suceder con frecuencia, pero en este sueño me rascabas la oreja, me incomodaba, como siempre que rascan mi oreja. Me decías simplemente que todo aquello era normal...
Un pulpo aprender a abrir una caja roja que contiene un rico camarón, de entre otras de diversos colores que no contiene nada, pese a que —dicen los científicos—los pulpos no pueden apreciar los colores. El narrador del documental concluye lo siguiente: Aunque no pueden apreciar los colores, estos inteligentes animalitos aprenden a distinguir entre las diferentes tonalidades de grises que pueden percibir —agregando luego— así pueden arreglárselas bien sin necesidad de percibir colores. ¡Qué diablos con la vida de estos científicos o documentalistas antropocentristas! ¿No sería más coherente redefinir la noción de color? Creo que...
—¡A los diez años!
—Sí— me decías con sonrojo.
—Mira que también empecé como por esa edad.
—¿En serio?— Se leyó más tranquilo el tono de tu voz.
—En serio, ahora siento mucho alivio al saber que mi caso no era único...
Ayer dormí muy tranquilo, rodeado de millares de pequeños componentes electrónicos haciéndose declaraciones de amor...
Me aterra un poco tener un libro de Guadalupe Loaeza entre las manos, pero más me perturba el hecho que ejecutaré en complicidad con mi aburrimiento, ¡lo leeré! Bueno, cuando menos podré decir con más fundamento que ella no me cae bien. El libro se llama...
¡Rayos! ¿Qué es esto? ¡Un larguísimo vello púbico! ¡Que loco! Me dije, mientras los veía escapar por entre la bragueta, sin poder resistirme a la tentación, lo tome entre mis dedos, y lo jale suavemente, y salía y salía, hasta que salió todo, decepcionándome al cerciorar que no era púbico, sino que era un cabello que se había ido para visitar a sus parientes antípodas...
Hay días en los que parece no tienes nada que hacer, mejor aun, ni siquiera quieres hacer algo, me agrada de una manera singular que el tiempo me sobre, que sea holgado y zozobre en su propio andar. Sin embargo, hay veces en las que me considero, por un breve y amargo instante, de una inutilidad inmensa, pues imagino que podría hacer algo aunque sea mínimo. Luego de tal consideración, me provoco forzadamente el vomito de una acción. Ahora, luego de ese amargo trago, he decidido rebotar un rato la pelota en la pared. ¡Vaya, tocan el timbre! A juzgar por el ritmo y la intensidad, es mi locuaz hermana. ¡Qué demonios, me interpeló, no vas a ir a dar tu clase!...
Ella llegó, nunca creí que viniera a ver como cavaba mi propia tumba, siempre se había mostrado molesta cuando le hablaba al respecto. Se detuvo a un metro del agujero, mientras la veía anonadado y ella se sentaba en la tierra, me decía— No te preocupes, continua, no intentaré detenerte, sólo estaré aquí observándote, constatando tu existencia, y veras como mientras más hondo cavas, más requerirás mi mirada, pues apenas roces el filo, infinito se volverá tu apego a esto, regresarás...
Me decían por ahí, que eso de madurar es simplemente como un fijar los pies en la tierra, caminar sobre seguro. Déjenme cagarme de risa por un segundo [seguramente más]. Decía también que madurar es responder y corresponder a una amplia realidad dada. Neurosis, eso es madurar, tiene razón KND, los adultos son, en general, neuróticos. Psicóticos, el resto.
Deduzcamos. Hoy es el día tal del tal mes, del presente año. Si cuando ella me veía fijamente estaba pensando en un pastel. Si tal pastel tenía un relleno de fresas, fresas que no eran frescas, por cierto, sino que más bien eran casi sintéticas. Si lo sintético es, o bien algo producido de forma artificiosa, o bien el resultado de un proceso de síntesis, o bien un juicio que extiende los conocimientos acerca del sujeto del que se habla. Resulta difícil suponer que ella hablara en términos kantianos, al igual que figurarse que las fresas estuvieran en proceso sintético dentro de un pastel. Más fácil es concluir que...
Soñé contigo, lo sabes bien, suele suceder con frecuencia, pero en este sueño me rascabas la oreja, me incomodaba, como siempre que rascan mi oreja. Me decías simplemente que todo aquello era normal...
Un pulpo aprender a abrir una caja roja que contiene un rico camarón, de entre otras de diversos colores que no contiene nada, pese a que —dicen los científicos—los pulpos no pueden apreciar los colores. El narrador del documental concluye lo siguiente: Aunque no pueden apreciar los colores, estos inteligentes animalitos aprenden a distinguir entre las diferentes tonalidades de grises que pueden percibir —agregando luego— así pueden arreglárselas bien sin necesidad de percibir colores. ¡Qué diablos con la vida de estos científicos o documentalistas antropocentristas! ¿No sería más coherente redefinir la noción de color? Creo que...
—¡A los diez años!
—Sí— me decías con sonrojo.
—Mira que también empecé como por esa edad.
—¿En serio?— Se leyó más tranquilo el tono de tu voz.
—En serio, ahora siento mucho alivio al saber que mi caso no era único...
Ayer dormí muy tranquilo, rodeado de millares de pequeños componentes electrónicos haciéndose declaraciones de amor...