Desierto

Justo ahí, en el comienzo erótico del movimiento: tu arma justo entre mis ojos, la mía sobre tu corazón, gritaste que ¡no!
Retiraste tu arma, la enfundaste de nuevo, ni siquiera parpadeaste ante la posibilidad de que acabara contigo.
Te volviste de espaldas, y te fuiste, no sé si volverás.
Pero aun esperó aquí. Imagino que tan sólo fuiste a dar un paseo antes de regresar a aniquilarme. Nos hubiéramos podido hacer tanto daño, provocarnos tantas pasiones, perder tantos sentidos.
Cada día que pasa limpio cuidadosamente mi arma, no vaya a ser que aparezcas y me encuentres desprevenido, que muera sin saber quien es mi asesino.
Seguiré esperando, frente a este juego inacabado, enganchado a las sombras de la vida, embebido por la muerte de esta pasividad.
¿Qué más me queda sino esperarte?
¡No, no y no!
Retiraste tu arma, la enfundaste de nuevo, ni siquiera parpadeaste ante la posibilidad de que acabara contigo.
¡Olvídalo!
Te volviste de espaldas, y te fuiste, no sé si volverás.
Pero aun esperó aquí. Imagino que tan sólo fuiste a dar un paseo antes de regresar a aniquilarme. Nos hubiéramos podido hacer tanto daño, provocarnos tantas pasiones, perder tantos sentidos.
Cada día que pasa limpio cuidadosamente mi arma, no vaya a ser que aparezcas y me encuentres desprevenido, que muera sin saber quien es mi asesino.
Seguiré esperando, frente a este juego inacabado, enganchado a las sombras de la vida, embebido por la muerte de esta pasividad.
¿Qué más me queda sino esperarte?