sábado, junio 3

21 cigarros


Como los dedos, aquí también uno no se pareció a ninguno de los otros. Uno despierta, ¿y por qué siempre comienzo por el despertar? Como si por ahí hubiera que comenzar. Está bien, estaba frente a esta misma maquina, no en la que usted lee, sino desde la que le escribo, perdiendo la mañana, luego de decidir que era muy tarde como para llegar con Maria Antonia, no me decidía a escribir, y ociosaba por los blogs amigos. El punto es que, pronto dejé la maquina para ver en Copilco a ... [¿puedo decir su nombre?] Tomamos un par de chelas, literalmente, para luego partir a FFyLos, a ver si Marianita se le ocurría pasar a darnos clase, mas ya no supé, el chupe ganó y resultamos discutiendo acerca de mi Mentora, como si fuéramos dioses mirando a un mortal, me dijo. La sensación del pasto entre mis dedos me agradada, aunque siempre sospecho de la sanidad de estar pasando mis manos por los pastos. Estar con él siempre me trae buenos recuerdos, y carcajadas a montones, con ese humor negro y burlesco, que debo admitir le he intentado plagiar año con año.

Escogiendo la cena en Superama.

Un seis de Pacifico y Sabritas adobadas. Cada día siento que abono más para mi boleto al otro lado, entre el dulce alcohol de la chela, la sal y la grasa de las papas fritas, súmemele una larga trayectoria de fumador activo [cuando menos no soy pasivo en todo aspecto.] Atrás de la imprenta, bonitos pastos, suaves y húmedos, ya casi sobrio de nuevo hubo que recargar pila, que más bien es como un acumulador, pues bien requiere más de líquidos que de otras cosas. Se acerca pues un hombre de pantalones bombachos, parecía indigente, pero sólo era un viajante mendicante. [Estuve a punto de volver a confiar en los vagos, pero éste no era un vago, era un viajero, quizás exagero, es sólo que me cayó bien] Él, por cierto, fue quien nos compartió de ese cigarro tan especial. Recíprocamente le invitamos un chelita, y una papitas, empero rechazo mi cigarrillo cuando le invité, no, es que yo no fumo, me dijo.
La charla, ligeramente forzada, versó sobre Europa, no tuve más que quedarme calladito sintiendo como iba elevándome, exagero, nomás comenzó a darme risa, me fascina esa sensación de ir perdiendo instantes y de focalizar tanto mi atención. El buen Alejandro, recién conocido, malabarista y artista de profesión, argentino de nacimiento, viajero de vocación, paso a retirarse. Mañana viajará a Toluca, luego a Madrid, luego a Barcelona, luego a Suiza, pero ya basta de tantos luegos.

Desalojando el lugar.

Acábese la chela, ese fue el dictum, gustoso obedecí. Nos deshicimos del vehículo del crimen, que cabe notar, pesaba mucho. El ultimo cigarro de la noche, fue cuando me di cuenta que fueron exactamente 21, ni uno más. Mi edad también se describe con el mismo numero. Ese va a Taxqueña, nos vemos, y se fue.

Cenando frente al computador.

Me siento un cobardote, por muchas cosas, pero hoy por no haberme atrevido a viajar, es cierto que no he tenido muchas oportunidades, pero las pocas que han existido generalmente las he declinado. Tengo miedo a salir de esta cueva, soy temeroso como... como...¿cómo?; bueno, mucho. Pasta con atún, que guiso tan descabellado, no sabe mal, afortunadamente luego le una larga siesta, un litro de agua de jamaica y algunos minutos de letargo frente a la maquina, se me ha quitado la embriagues y hasta la leve resaca que dejó.
Quisiera ir a Jamaica, pasear por Kingston. Más no puedo avergonzarme de ser temeroso, meteré mi cabeza entre los transistores un rato, para ver si al rato, ya se ha ido ésta mala sensación.